Imelda también confesó que hay ocasiones en la que se siente bastante deprimida, sin ganas de levantarse de la cama.
El mundo del espectáculo fue sacudido por una noticia desgarradora que ha dejado un profundo impacto en la industria. El pasado 9 de abril, el joven cantante Julián Figueroa falleció en su hogar en Jardines del Pedregal, Ciudad de México, a causa de un infarto agudo al miocardio y fibrilación ventricular. Esta trágica partida ha dejado a su madre, la querida artista Maribel Guardia, y a su viuda, Imelda Garza-Tuñón, enfrentando uno de los obstáculos más desafiantes en sus vidas.
Maribel Guardia, con una fuerza inquebrantable en su fe y creencia en Dios, ha encontrado consuelo en la certeza de que su amado hijo descansa ahora en el cielo. A pesar del inmenso dolor que la embarga, ha hallado en su espiritualidad una fuente de fortaleza para sobrellevar esta pérdida inimaginable.
Por su parte, Imelda Garza-Tuñón ha enfrentado una época sumamente difícil. Su hijo, un niño de tan solo cinco años, tuvo que enfrentar la impactante noticia de la repentina partida de su padre. El duelo se ha convertido en un compañero constante en sus vidas, y tanto Imelda como Maribel han encontrado apoyo mutuo en estos momentos oscuros.
Imelda confiesa que ha tenido que enfrentar momentos de profunda tristeza y depresión en los que la cama se ha vuelto su refugio. Sin embargo, el amor y la responsabilidad hacia su hijo han sido los motores que la impulsan a levantarse cada día. Comprende que su hijo necesita una madre presente y fuerte en este tiempo de necesidad, por lo que ha encontrado la fuerza para seguir adelante y ser el apoyo que su pequeño necesita.
Así ha vivido el duelo el hijo de Julián Figueroa.
En un reciente encuentro con la prensa, Imelda reveló cómo su hijo ha procesado la ausencia de su padre de una manera sorprendentemente madura. El diálogo abierto y sincero ha sido fundamental para que el niño comprenda la situación y asimile la pérdida.
«El niño lo ha tomado de una manera muy madura, a mi parecer ha sido una manera muy madura. Él entiende perfectamente, o sea, cuando me habla de su papá dice "mi papá está en el cielo, pero también vive en mi corazón", él sabe perfectamente que ya no está aquí, y parte de esto yo le dejé la carta abierta a que me preguntara lo que él quisiera», dijo Imelda.
Desde el principio, Imelda se ha esforzado por responder a todas las dudas del niño y brindarle claridad sobre el fallecimiento de su padre. Esta comunicación honesta ha contribuido a que el pequeño encuentre un camino hacia la aceptación.
«Yo le dije "mi amor, si tienes alguna duda de lo que pasó, dímelo" entonces sí me hizo varias preguntas, se lo expliqué de la manera más infantil que encontré, y se ha portado muy maduro, o sea, sí lo ha entendido bastante bien. Los niños no reaccionan igual que los adultos, los niños, por ejemplo no lloran. Cuando yo le di la noticia lloró tantito», agregó.
A pesar del dolor que embarga a Maribel y a Imelda, ambas mujeres han demostrado una admirable fortaleza en medio de la adversidad. Su capacidad de apoyarse mutuamente y de enfrentar este duelo con valentía es un testimonio del amor y la unión familiar que las sostiene en estos momentos difíciles.