Las audiciones para la segunda temporada de ‘Drag Race México’ se han abierto, y en redes sociales se destaparon ciertas condiciones problemáticas en el contrato que las reinas deberán firmar.
En un esperado y audaz movimiento, la primera temporada de Drag Race México, dirigida por Germán Porras y presentada por Valentina y Lolita Banana, finalmente llegó a los escenarios mexicanos, llevando consigo las aspiraciones y los sueños de muchos fanáticos que anhelaban la expansión de esta exitosa franquicia en el país.
A pesar de la emoción y las expectativas que rodearon su lanzamiento, el programa de competencias de drag queens parece haber caído en la sombra de otros reality shows, dejando a algunos espectadores con un sabor agridulce. Los aplausos iniciales y el entusiasmo de la comunidad drag se han mezclado con comentarios de descontento y controversia en torno a ciertos aspectos del programa.
La producción, ya trabajando en su segunda temporada, ha abierto audiciones para que futuras reinas aspirantes puedan unirse a la vibrante familia Drag Race. Sin embargo, esta convocatoria ha sido marcada por la inquietud generada entre las aspirantes y la comunidad drag en general, debido a una peculiar modalidad adoptada por los responsables del programa.
¿Cuáles son las nuevas condiciones para intentar participar en la segunda temporada de Drag Race México?
Según filtraciones que han circulado en redes sociales, tras completar el formulario de audición, las participantes reciben un contrato para firmar como siguiente paso, independientemente de si son seleccionadas o no. Este contrato, que ha desatado controversia y descontento, establece nuevas cláusulas que restringen la libertad de las concursantes de manera significativa.
La cláusula más destacada y controvertida en este contrato es la exclusividad impuesta a las participantes, que las vincula al programa durante un período de cinco años. Esta restricción ha generado interrogantes sobre la flexibilidad y oportunidades que las reinas tendrán para explorar otras facetas de su carrera artística y personal. Además, el contrato prohíbe enérgicamente las relaciones sexuales entre las concursantes y el equipo de producción, así como entre las mismas participantes.
Esta modalidad de contrato ha provocado un debate intenso en la comunidad drag, donde se discuten los límites de la autonomía y la expresión individual frente a la oportunidad de formar parte de una plataforma de renombre. Los críticos argumentan que estas restricciones pueden limitar el empoderamiento y la diversidad que han caracterizado a la comunidad drag a lo largo de los años.